Los humanos, desde los albores de los tiempos, han indagado en las estrellas las respuestas a los enigmas de la existencia, los motivos de sus desdichas, de sus triunfos y de su prosperidad.
Nosotros seguimos explorando el cielo con enorme determinación, seguros de encontrar las claves más recónditas de nuestro ser.
Nos reunimos muchas noches, desde el crepúsculo hasta la madrugada, en el claro del bosque, bajo la cúpula celeste cuajada de miles de millones de antorchas, sobrecogidos por la infinitud de los espacios siderales, donde todo se mueve y todo está inmóvil. Las distancias nos permiten viajar en el tiempo al pasado, y ya puestos, predecir el futuro.
Es difícil expresar las sensaciones que se experimentan en ese silencio, en la oscuridad de los fondos y en las cimas de los abismos visitados. Solo los iniciados en este culto pueden entender esto.
¡Qué más se puede pedir! Sí, algo más, el gozo de la afable compañía, compartir con otros “lunáticos” las emociones y los vértigos en las eternas profundidades del basto vacío que lo llena todo, y también, cómo no, las gélidas noches invernales.
Jose, gracias por animarnos a estas aventuras en las que nos embarcas, de las que eres capitán y alma, porque eres un “lunático infatigable”. Gracias por tus crónicas y gracias a esta presentación fotográfica” resumen 2016”, que me hace recordad tan gratos momentos. Seguiremos inventando y pasando frío…no lo dudes.
Feliz solsticio de invierno a todos.
Miguelangel.
Jose