Escapar de la atracción gravitatoria de un cuerpo celeste depende de la masa y del tamaño del mismo. La masa influye proporcionalmente y el tamaño a la inversa por lo que los cuerpos pequeños y con mucha masa serían los que más atraen a todo lo que se encuentre en su superficie.
Fijémonos en nuestro planeta. El hombre ha podido sacar naves espaciales que aupándose en los gases de la atmósfera han conseguido eludir la gravedad. También lo hizo de la Luna donde a pesar de no tener la ayuda de una atmósfera pudo hacerlo gracias la menor gravedad de nuestro satélite. La pregunta que intentaré responder a continuación es si es posible escapar y abandonar definitivamente nuestro planeta sin ayuda de la tecnología.
Para responder a la pregunta debemos considerar un concepto, la velocidad de escape, que es la que necesita un cuerpo para escapar de la atracción gravitatoria de un cuerpo celeste y no volver a caer al mismo. Esta velocidad es diferente para cada planeta, como hemos indicado al principio, pero no depende de la masa del cuerpo siendo la misma para una nave espacial que para una simple molécula. En el caso de nuestro planeta es de algo más de 40000 km/h y en la Luna desciende a la quinta parte. Este cálculo es teórico puesto que los gases de la atmósfera, en el caso de la Tierra, presentan un fuerte rozamiento que se opone al avance de cualquier objeto.
Considerar esta velocidad nos lleva a pensar que nada puede alcanzarla de forma natural salvo las ondas electromagnéticas y algunos gases.
La luz visible y demás ondas electromagnéticas se mueven a una velocidad de 300.000 km/s que sobrepasa la velocidad de escape de casi todos lo cuerpos estelares. Cualquier onda electromagnética puede escapar de la Tierra siendo el ejemplo más pertinente el de los rayos infrarrojos que evacuan el calor recibido del Sol. El hombre también hace uso de ondas de radio para comunicarse y dirigir las naves y módulos enviadas en misiones espaciales.
En el caso de los gases que se encuentran atrapados en la atmósfera nos encontramos que aquellos que estén formados por átomos o moléculas muy pequeñas también pueden escapar. Es el caso del hidrógeno o del helio que son tan ligeros que pueden subir a las capas altas de la atmósfera donde la velocidad de escape es menor y por choques con otras partículas de gas, ayudados por las altas temperaturas, superar el límite de velocidad y quedar libres en el espacio exterior. Existen otros mecanismos más complejos que ayudan al escape de gases responsable de que en planetas como Marte, con velocidad de escape inferior a la Tierra, se haya perdido la mayor parte de la atmósfera.
Rafael Enríquez Centella