Tengo una terrible necesidad.
Diré la palabra…de Religión.
Entonces, salgo por la noche
Y pinto las estrellas.
Vincent Van Gogh
Desde que me vine a vivir al campo en la sierra cordobesa de Almodóvar del Rió en el año 90, siempre tuve un poco la obsesión de construir un observatorio donde albergar el telescopio Newton de 200 mm. que construí hace 20 años, para poder sacarle todo su partido, pues enseguida uno se da cuenta de que de no ser así un telescopio de gran apertura se convierte en algo inútil además de caro. Han ido pasando los años sin encontrar nunca el momento para llevarlo a cabo pero no fueron en vano pues uno va aprendiendo, conociendo, viendo y comparando muchas cosas que se cruzan en el camino; de no haber sido así al final se paga con errores.
Pues bien, por fin en el otoño de 2005 después de haber decidido bien la ubicación emprendí la construcción sin tener muy claro como seria la cúpula pues había visto varias y ninguna me convencía del todo, pero si tenia muy claro que no debía descansar sobre ningún tipo de rail metálico para su orientación pues por mi experiencia como mecánico, ya sabia que es imposible mantener la circularidad después de aplicar soldadura; se pueden curvar vigas en talleres de mecanizado a pesar de no ser barato pero la dificultad para entrar con camiones al lugar hacia descartar tal posibilidad.
De este modo decidí que tenia que mantener la circularidad mediante algún sistema modelable, así que construí una especie de compás y lo hormigoné bien aplomado al suelo. Con el tracé la excavación del cimiento sobre el que se levantaría el sólido muro circular que conformaría la base del observatorio, que estaba ubicado en un desnivel del terreno para que quedase en su parte mas baja una entrada cómoda que impidiese la necesidad de agacharse para entrar y una vez dentro por una escalera se accedería al nivel interior, ya que el muro que soportase la cúpula no debía levantar mas de 90 cm. para tener una observación cómoda.
Con la ayuda del compás fui levantando la obra que se fue configurando como una construcción perfectamente circular y bien nivelada, con una terminación exterior hasta el nivel de la solera en piedra vista del lugar muy vistosa y el muro circular de ladrillo macizo enlucido con mortero blanco, y para darle un cierto toque de personalidad embellecido con cuatro piedras de cristales de cuarzo marcando los cuatro puntos cardinales. Este muro circular de un pie de grueso va rematado en su parte superior por una suerte de escalón circular con su lado más alto hacia el interior. Por este rebaje o escalón deberá rodar la cúpula cuando esté instalada por eso debe quedar perfectamente circular, bien nivelado y con una textura sumamente fina y dura a base de cemento, cosa que es bastante fácil de conseguir con la ayuda del compás instalado.
Una vez concluida la ejecución de la obra circular había llegado el momento de replantear la cúpula que habría de instalar, pero había llegado el verano y no era el momento adecuado para realizar el trabajo así que me tome unos meses antes de volver a retomar la actividad mientras me decidía que material iba a usar para ello y sobre todo hacer dibujos y cálculos interminables para tener todo muy claro cuando llegase el momento.
En ese tiempo tuve también ocasión de ver por la web diversos tipos de cúpulas que otros aficionados se habían construido con sus propios medios y entre ellas había una que fue la que me hizo decidirme. Era de un tamaño similar al que yo pretendía construir y estaba hecha en madera de okumen debidamente protegida contra la intemperie con un buen revestimiento de pintura de caucho, esto la hacia totalmente impermeable al agua de lluvia.
Me decidí por este sistema porque considere que era un material bastante ligero y sobre todo muy dócil de trabajar empleando para casi todo herramientas de bricolaje; así que una vez que tuve claros todos los cálculos allá por el mes de febrero me puse manos a la obra empleando para la estructura dos tableros de okumen marino de dos centímetros de grueso y para el revestimiento unos quince tableros de okumen de cuatro milímetros de grueso.
Para sacar las cerchas de la estructura emplee una sierra de cinta de carpintería aunque también se hubiera podido hacer con una caladora potente aunque con más trabajo.
Una vez que tuve las cerchas lo primero era construir la base, que era un círculo soportado por ocho ruedas sobre el que se apoyaría toda la estructura similar al varillaje de un paraguas gigante donde apoyar el revestimiento y la ventana corredera.
Cuando estuvo colocada la base circular en su alojamiento y sobre sus ruedas lo primero era colocar sobre ella las dos cerchas meridianas maestras que servirían de guía a la compuerta corredera y sobre las que se apoyarían todas las demás radialmente. Todo este trabajo de ver completada la estructura me llevaría aproximadamente una semana.
Una vez concluida la estructura había llegado el momento de empezar a colocar el revestimiento exterior que fue relativamente fácil de colocar, trazando y recortando cada una de las 20 piezas que lo componen dejándolas bien encoladas y grapeadas. De cada tablero salían tres piezas que por veinte huecos que había que cubrir daban un total de siete tableros solo para el revestimiento exterior. Fue una carrera contra reloj pues era prioritario acabar esta parte del trabajo antes de que el tiempo amenazara lluvia, pues esto me hubiera arruinado completamente la labor y el material; pero con dos manos nada más aquello no cundía más de de tres piezas colocadas diarias.
Una vez colocadas las 20 piezas coloque sin ningún esfuerzo las centrales correspondientes a la parte fija de la ventana corredera y di por finalizado el revestimiento exterior y sin perder ni un momento me dispuse a impermeabilizarlo todo con tela de fibra de vidrio y varias manos de abundante pintura de caucho blanco; finalmente pude respirar tranquilo pues la amenaza de que todo se fuera al garete por la lluvia había desaparecido.
Habíamos llegado a la parte más complicada, el revestimiento interior. Aquí fue donde realmente eche de menos la inestimable ayuda de las manos de algún alma caritativa, pues hubo momentos en que con las dos mías no eran suficientes, pero a pesar de todo seguí adelante, eso sí tarde tres veces más que con el exterior. El procedimiento era básicamente el mismo que para el exterior, con la diferencia de que al estar cerrado ya por fuera el trazado era mucho más complicado, además una vez preparada cada una de las piezas antes de colocarla tenía que preparar la siguiente para no cerrarme posibilidades.
En fin un trabajo dedicado y paciente en el que vi finalizar el mes de mayo sin haberlo concluido, pero como todo lo que se empieza se acaba pues esa fue mi recompensa, ver finalizada mi obra el día que por fin pude colocarle la compuerta corredera y a continuación un pedestal central de mampostería y quedo todo dispuesto para albergar definitivamente el telescopio EUREKA.
Hasta la proxima.
Antonio del Toro